Estaba en el mismo lugar de siempre mirando al horizonte. La luna caía bajo mis ojos y se posaba en el firmamento.
Olor a mar y viento certero.
Mi mente se nubla en recuerdo, busca fundirlo con el presente, despertar al cuerpo del letargo.
Mi espalda se arquea y me doy cuenta, mi mano se posa en mi pecho, palpando la dureza adquirida, me doy cuenta, mi otra mano se desliza por mi muslo buscando mi entrepierna la cual se encuentra húmeda, bañada en dulzura y me doy cuenta: estoy perdida.
Cuerpo y mente devorados por un alter ego incontrolable y yo, su presa. Pero no quiero escapar.
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